El sol calienta en todo su esplendor, Tierra Grata se divisa a los lejos en medio de una planicie, un lugar que acogió a los excombatientes de las extintas Farc y sus familias. Un grupo de jóvenes y no tan jóvenes se quedan en la entrada de la vereda, inician su recorrido por la vía que los conduce a este lugar, en medio de risas, el barro pegajoso, colorao, como le dicen ellos, que se adhiere a sus zapatos, van por el camino contando historias y grabando su recorrido con los celulares, dialogando sobre lo que hacen para comunicar en los distintos territorios de donde provienen. Tierra Grata, una vereda del municipio de Manaure, es para ellos un lugar nuevo, lleno de prejuicios a causa de sus habitantes, que al llegar los sorprende, porque ven allí los rostros de hombres, mujeres y niños que construyen una historia distinta, desde el diálogo y la paz. El encuentro del Semillero de Comunicación Reafirmando Las Voces del Territorio inicia en el Salón Bogotá, una alegoría de los habitantes de este lugar, para llamar a esta aula por el frio que encierra el aire acondicionado.
Aquí
los protagonistas son las voces de los 16 comunicadores populares que
participan, para ellos se convirtió en un proceso que encierra muchos
aprendizajes siendo este el segundo encuentro presencial, y donde las voces de
las mujeres especialmente, adquiere un espacio relevante. Es una revolución de
las palabras, en este espacio se empieza a formar para construir una
comunicación constructiva, el arte hace parte de las enseñanzas que reciben. El
profesor Rafa, como cariñosamente le dicen, es Rafael Moreno, un artista que
hace parte del colectivo de teatro “Maderos Teatro”, y que empieza a impartir
la formación ayudándoles a crear desde la expresión corporal. Algunos se
sientan, inclinándose, porque no aguantan la risa que les produce los
ejercicios, en esta revolución comunicativa y de palabras, han aprendido que no
solo con ellas se puede comunicar, sino, que el cuerpo es una extensión que
permite expresar muchas cosas.
Mientras
se pasan una pelota rápidamente, y crean una forma de describir una situación
sin hablar, aquel balón llega a manos de Desly Fuentes, una indígena Kankuama
de 32 años, perteneciente al corregimiento de Aguas Blancas, en Valledupar, que
participa de este proceso de formación. Ella con su sencillez, con su palabra
firme, y con su pequeña hija de ocho años que la acompaña, la toma y crea una
escena que comparte con todos los presentes. Desly comenta más adelante, sobre la
importancia del empoderamiento como mujer, del fortalecimiento de las
capacidades y la lucha que da desde la comunicación para que su voz sea oída.
“Como mujer he crecido desde este aprendizaje, no es fácil que mi voz sea oída, pero en esa lucha estamos las mujeres Kankuamas y las mujeres en general, este proceso del semillero me ha permitido entender y comprender que mi voz es importante, que puedo aportar desde la comunicación. Y quiero que mi hija, que me acompaña, pueda seguir luchando para que nuestras voces sean escuchadas”.
Así
como Desly lucha para que su voz sea relevante, esta construcción de la
comunicación para el desarrollo y el cambio social se da desde las acciones que
realiza el Programa de Desarrollo y Paz del Cesar y La Guajira. El Semillero
nace desde la visión, que la comunicación es la base fundamental para crear
puentes y desarrollar diálogo y procesos para construir y fortalecer la paz en
los territorios. Desde ahí se viene construyendo escenarios, que incluso se
desarrollaron en pandemia a través de la virtualidad.
Es
así como nos encontramos con José Isabel Gómez Maestre, otro participante del
semillero, le gusta que pronuncien su nombre completo, es otro comunicador
popular, un hombre afrodescendiente del municipio de La Jagua de Ibirico,
juglar e integrante de La Red de Pobladores del Cesar, que alza su voz en medio
de la formación para entonar una canción que exalta el rol de los comunicadores
para hacer la diferencia.
“¿Qué
pa´ donde va Simón? ¿qué pa´donde va Vicente? dicen que los dos caminan pá onde
camina la gente. Yo pienso que son muchachos, como que han perdido el juicio,
porque ignoran que esa gente va con rumbo al precipicio. ¿Qué pa´ donde va
Simón? ¿qué pa´donde va Vicente? dicen que los dos caminan pá onde camina la
gente”.
Entre
las reflexiones que realiza José Gómez desde la comunicación constructiva, con
su parsimonia, sus gestos pronunciados, desde los versos y canciones, hay otras
voces, otros rostros, mujeres que también comunican en sus territorios
ancestrales, jóvenes apasionados que transitan caminos para endulzar la palabra
con la fuerza de la verdad. Para mantener el equilibrio en una sociedad muchas
veces resquebrajada por la violencia, arraigada en nuestra cultura, pero que,
desde estas voces, desde la revolución de las palabras, desde los medios de
comunicación que participan, dan un matiz distinto buscando sembrar buenas semillas
que crezcan y den frutos, para construir la vida querida, la vida que todos
merecemos.
En
este ejercicio del semillero la palabra sigue circulando, y sentada en uno de
los pupitres en medio del salón, se encuentra María Fernanda Pinilla, es una
mujer que lleva en sus venas la comunicación, su voz potente, reflexiva, siembra
para narrar la verdad. Ella hace parte de la población de Tierra Grata y
Valledupar, así trascurre su vida, entre estos dos lugares, muy distintos entre
sí, pero que la conectan con lo que ama.
Es madre de tres adolescentes, y
cuando la vemos, irradia juventud, sus hijos son su mayor orgullo. Uno de
ellos, Juan Esteban de 17 años, hace parte del Semillero, y cuando lo ve hablar
con tanto empoderamiento mientras se turnan la palabra, su voz también se
quiebra de felicidad. Las lágrimas recorren sus mejillas, mientras suelta entre
sollozos halagos para “su muchacho” y habla del proceso que se viene
desarrollando, de la responsabilidad que hay al comunicar:
“Hay
una tremenda responsabilidad para asumir el reto de la comunicación, como nos
vamos formando y esto se da desde la acción. Pero también, como las comunidades
entiendan el valor de esto, y como formarnos sin perder el norte, sin perder
esa dirección. Como llevar la comunicación a donde deba llegar”. Señala la
comunicadora.
La palabra es la fuente del semillero, cada
uno la lleva en su maleta al territorio del que hace parte, la construye, le da
forma, se apropia, y así finaliza la jornada. Los anfitriones han encendido una
fogata, es una noche cargada de emociones y sentimientos, los 16 comunicadores
populares, se sientan a contar historias en torno al significado de sus nombres,
a narrar la paz, a endulzar la palabra para crear y construir desde el diálogo.
Mientras la brisa fría de Tierra Grata recorre el lugar, y baja desde el cielo
a las montañas, la niebla que empieza a cubrirlo todo, los senderos, los
árboles y a los lejos el canto de los grillos, que indican que el día a
finalizado, pero que la siembra desde la comunicación se ha realizado y pronto
empezará a dar sus frutos.